EL CUIDADO DE LAS PINTURAS
A cuidar, a cuidar... si no, habrá que
repintar.
Durante
los tres últimos meses, si me han tenido la paciencia
(que buena falta habrá hecho), hemos repasado qué
hacer a la hora de pintar El Barco. Curioso hecho: decir
El Barco no es lo mismo que decir el auto, ¿no?.
El auto es la heramienta de todos los días, la máquina
que usamos para trasladarnos, en cambio El Barco (entre
5´ y 150´, para cada dueño es lo mismo)
es nuestra fuente indiscutida de paz y placer, el sosiego,
la válvula de seguridad, el seguro para enfrentar
la semana con buen ánimo –esperando el próximo
fin de semana, desde luego.
Y bien, después de haber invertido tiempo y dinero
–ambos, bienes cada vez más escasos- y esfuerzo
personal o ajeno, tenemos el barco resplandeciente y sentimos
un oscuro placer al ver cómo lo miran los demás.
El tema es que la inversión tiene que durar el mayor
tiempo posible. Un accidente lo tiene cualquiera, pero meterse
en un bajío a sabiendas con el fondo recién
pintado raya en la inconsciencia (recién pintado
o no, raya en la inconsciencia igual, pero ayuda a ilustrar
el punto). Veamos cómo podemos cuidar lo pintado,
dando por sentado que trataremos de evitar en todo lo posible
los golpes, rayaduras y demás.
El
fondo
La
obra viva, como hemos visto, sufre por la inmersión
en el agua, pero también por impactos contra objetos
sumergidos y por la adherencia de organismos vivos, sean
éstos animales (moluscos) o vegetales (algas). En
particular, en aguas nada limpias como las del Río
de la Plata, los productos químicos presentes son
especialmente agresivos.
El cuidado fundamental del fondo es mantenerlo limpio; si
no lo hacemos, la película protectora de pintura
será deteriorada por este conjunto de agentes nocivos.
Naturalmente, la pintura necesitará ser renovada
de tiempo en tiempo, sea por la acción del rozamiento
al navegar, sea por envejecimiento. Mientras tanto, es preciso
formular –y cumplir- un programa de limpieza.
Periódicamente, con una frecuencia que variará
según el uso y el porte de la embarcación,
debe sacársela a seco e inspeccionarse el fondo.
Un hidrolavado es lo mínimo indispensable, acompañado
por una pasada de cepillo si hubiera suciedad excesiva que
no salga sólo con el agua a presión. Si hay
adherencias orgánicas, el cepillo se impone, junto
con una revisión de la pintura; pensemos en renovar
el antifouling. Si no le dimos antifouling porque no se
esperaban las adherencias, revisemos qué ha cambiado
y actuemos en consecuencia.
La frecuencia de la limpieza podrá variar: un velero
de regata podrá salir para limpiar el fondo una vez
por semana, una lancha que va a guardería o a trailer
puede limpiarse cada vez que sale del agua, sacar un crucero
de gran porte es tarea costosa y complicada. Lo que debería
ser un denominador común es que la frecuencia mínima
sea de entre seis meses y un año. He visto un fondo
en condición lastimosa, con la confesión del
propietario de que no salía hacía ¡ocho
años!.
Para los regateros que gustan de pulir el fondo con productos
ad-hoc o de lustrarlos con productos teflonados: las pastas
de pulir tienen ceras, y el teflon es el antiadherente por
excelencia. A la hora de repintar, como la película
de pintura se impregna de estos compuestos, no hay pintura
que se adhiera a la anterior; es preciso sacar todo y hacer
la nueva pintura desde cero.
La
obra muerta
Se
ha comentado anteriormente que el sol es gran enemigo de
los materiales con que se construyen barcos, excepción
hecha de los metálicos. Hemos pintado para proteger
el PRFV y la madera del sol. Bueno, la mejor forma de proteger
la pintura es una buena carpa. Las pinturas también
envejecen por la acción del sol, pero, a diferencia
del PRFV y las maderas, tienen la ventaja de ser renovables.
Una carpa hará que la renovación –el
repintado- tarde más en llegar que si se deja todo
sin cubrir.
De acuerdo, sacar la carpa y estibarla es un laburo, ponerla
y cerrarla bien después de un día cansador
ni te digo, pero...
Si la carpa fuera integral y cubriera cual faldas de matrona
también las bandas, sería fantástico.
No se ven muchas, sin embargo; la clave de la integral es
la ventilación, que debe estar asegurada para evitar
la condensación de humedad debajo.
Por lo demás, para el cuidado de la pintura de bandas,
espejo y superestructura bastará con un lavado periódico
con agua limpia y un poco de detergente o limpiador neutro,
cuidando de enjuagar bien. La utilización de ceras
y elementos de lustre conlleva lo ya expresado para el fondo
de regata, aunque mientras no sea necesario repintar mantienen
el brillo de la pintura.
Maderas
vistas
Si
se ha utilizado un buen barniz marino y se lo ha aplicado
de la forma apropiada, solamente se necesita de vez en cuando
pasar un trapo húmedo seguido por uno seco, preferentemente
de lana, para mantenerlo en óptimas condiciones.
Obviamente, si las maderas están debajo de la carpa,
tanto mejor.
Interior
Aquí
se aplica lo ya dicho para la obra muerta. Es importante
sin embargo mantener el ambiente lo más libre de
humedad que sea posible, y es bueno, después de un
tiempo más o menos prolongado de tener el barco cerrado,
pasar un trapo seco por todas las superficies interiores.
La sentina se mantendrá tan libre de líquidos
como se pueda, pero esto vale para cada momento. El compartimiento
del motor conviene lavarlo con algún desengrasante
neutro, que se lleve cualquier salpicadura de aceites y
grasas y el film que dejan depositado los vapores de combustible.
En
todo lo dicho hay un elemento común: no deben usarse
solventes de ningún tipo para la limpieza. Además
de ser agresivos, son tóxicos e inflamables, y representan
un riesgo. Cuanto haya para limpiar puede ser limpiado eficazmente
por métodos seguros como los descriptos. Si hubiera
algún tipo de suciedad especialmente pertinaz, conviene
utilizar un limpiador biodegradable neutro, diluído
con la cantidad de agua adecuada, luego enjuagar y secar.
Una palabra más sobre los compuestos de lustre: además
de ceras, la mayoría contienen abrasivos; esto quiere
decir que cada vez que se usan se llevan algo de pintura...y
acercan el repintado. Ojo, pues, y mucha prudencia.
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