Donde discurimos sobre rellenos
náuticos
Masillas hay que nos sirven, y hay otras.
Asociamos,
usualmente en forma inconsciente, las formas de una embarcación
a objetos de líneas suaves y redondeadas, de superficies
continuas y tersas. No imaginamos un barco áspero,
con las bandas rotas, con agujeros, con sectores hundidos
o salientes fuera de lugar.
Si tenemos un rumbo (- QUÉÉ TE PASSSÓ
???) o simplemente nos atropellamos el muelle y le hicimos
una bruta marca al casco, hay una sola manera de volver
a la superficie lisa y continua que teníamos: reparación
del plástico, masilla y pintura. Si el barco es de
otro material distinto del PRFV, la cosa es más o
menos parecida: masilla y pintura si es metálico,
o reparación de la traca dañada, masilla y
pintura si es de madera.
Bueno, ante la adversidad, espíritu decidido: a reparar,
que no hay otra.
Una vez reparado el plástico, reparada la traca o
planchado el bollo (- Qué golpazo, hermano !), repasamos
algunas notas que hace un tiempo leímos en Timoneles,
y allá vamos.
Vamos a hablar aquí de materiales de relleno; es
bueno recordar entonces que éstos, como regla general,
van aplicados sobre sustratos previamente imprimados. Sin
embargo, hay excepciones, como con toda regla que se precie,
y las veremos más adelante.
Ya hemos visto que los materiales recomendados para la pintura
de embarcaciones son los formulados con resinas epóxicas
o poliuretánicas, reservando los alquídicos
(¨sintéticos¨) para los barcos clásicos
de madera. Pues bien, el material de relleno por excelencia
es la masilla epoxy.
Existe una costumbre más o menos arraigada, sobre
todo en los pintores de barcos aficionados: utilizar masillas
de uso automotor. Si bien éstas secan rápidamente
y son muy fáciles de lijar, los solventes contenidos
en las pinturas poliuretánicas y epóxicas
las atacan, con la posibilidad cierta de que el sector reparado
deba serlo nuevamente en un futuro relativamente cercano.
Por otro lado, si se dan en espesor elevado, tienden a retener
solventes y a quedar blandas en la parte más cercana
al sustrato. De cualquier modo, representan un problema
a evitar. Entonces: NO utilice masillas para automotores
en una embarcación.
Igualmente, guardemos la tradicionalísima masilla
al aguarrás para el calafateo de los clásicos-clásicos,
aunque en este tema se puede ser contemporáneo sin
afectar el resultado: puede calafatearse un barco de madera
con masilla epoxy, y con ventajas. Se evitará la
prevista repintada al año, cuando la masilla al aguarrás
se ha acomodado y muestra los ¨cordones¨. Y se habrá
provisto al casco de hermeticidad completa. Contrariamente
a la creencia habitual, las masillas epóxicas son
muy flexibles y elásticas, y acompañan muy
bien los movimientos del casco.
La masilla al aguarrás ha sido también de
uso cotidiano para el sellado de parabrisas y ventanas;
hoy es reemplazada por los selladores poliuretánicos
en cartucho, que son fáciles de aplicar, no envejecen
y pueden ser pintados.
Las masillas epóxicas de uso náutico suelen
dividirse entre de ¨inmersión¨ y ¨no
inmersión¨, o bien para ¨obra viva¨ y
¨obra muerta¨, según diferentes características:
mayor o menor lijabilidad, mayor o menor peso específico,
mayor o menor permeabilidad, etc.
Pensemos por un momento en que, como se dijo en otras notas,
lo que estará en contacto con el agua (y con el sol)
es la pintura de terminación. Esto es, la masilla
nunca quedará sin cubrir. Resulta natural, entonces,
que la impermeabilidad se la exijamos a la terminación.
En cuanto al peso específico, dependerá en
gran medida de las cargas incluídas en la masilla
(las cargas son el agregado que hace gran parte del volumen,
tengamos presente que estamos hablando de materiales para
relleno). Hay cargas más pesadas y cargas más
livianas. De cualquier modo, la diferencia de peso es inmaterial
dadas las reducidas cantidades de masilla generalmente utilizadas.
Y la lijabilidad debería ser un ítem principal.
Si es menos lijable, dentro de la dureza que se espera de
un material epoxídico, es menos deseable, pues significa
un esfuerzo extra durante el trabajo y el posible derroche
de material abrasivo.
No nos compliquemos la vida. Por suerte, hay en el mercado
masillas epoxy únicas para todo uso, que tienen excelente
rendimiento tanto en la obra viva como en la obra muerta.
Hay varios requisitos que debe cumplir una buena masilla
epoxy: 1) que no contenga solventes, esto es, que durante
el fraguado no se reduzca su volumen porque parte del producto
se evapora; 2) que tenga buena tixotropía, o sea
la capacidad de no ¨descolgarse¨ cuando se la aplica
sobre superficies no horizontales; 3) que, recién
mezclada, tenga una consistencia firme y fácil de
trabajar, que no sea muy dura ni excesivamente blanda; 4)
que tenga buena lijabilidad y la conserve por un tiempo
prolongado; 5) que una vez lijada presente una superficie
tersa y libre de grumos o de poros, que pueda ser pintada
directamente sin necesidad de enduídos; 6) que sea
de color claro, para ahorrar manos de terminación
si ésta es blanca o clara.
Si tenemos una oquedad profunda, es conveniente aplicar
la masilla en varias veces, capa sobre capa, antes que tapar
todo de una vez con una masa importante de masilla.
Es importante recalcar, una y otra vez, que la masilla va
entre la imprimación y la terminación, y no
directamente sobre el sustrato. Una excepción es,
valga la redundancia, masillar sobre masilla epoxy anterior,
curada. Sólo es preciso lijar la anterior para tener
buena adherencia de la nueva.
Hasta acá hemos visto las masillas epoxy que se venden
listas para usar. De acuerdo a necesidades específicas,
podemos preparar nosotros mismos otras masillas.
Supongamos que se ha lastimado (feo) el botazo que Ud. había
pasado tardes enteras lijando y barnizando amorosamente
bajo la celosa mirada de ¨la bruja¨ (- Qué
tendrá el botazo que no tenga yo ?). Si lo arregla
con masilla, como ésta tiene color propio (como ya
dije, no se busque una masilla oscura si va a pintar blanco;
lo obligará a dar manos de más para cubrirla),
va a quedar peor el parche que la lastimadura.
En cambio, haga dos cosas: pídale al carpintero del
club algún trozo de madera similar a la del botazo,
y vaya a comprar adhesivo epoxy (náutico, no el de
uso hogareño). Después, dedíquese a
lijar concienzudamente la madera con lija gruesa y junte
el aserrín. Prepare el adhesivo epoxy mezclando los
dos componentes, y agréguele el aserrín. Pruebe
con distintas cantidades de aserrín hasta que sea
satisfactorio. Lije el interior de la lastimadura y aplique
el preparado.
He aquí otra excepción a la regla: esto va
directo a la madera.
Se acuerda de la vieja ¨madera plástica¨
que hacíamos con cola vinílica y aserrín
?
Bueno, ésta es la variante epoxy. Bien hecho, ni
Ud. va a saber dónde estaba el golpe. Desde ya, puede
retocar el barniz sobre la reparación.
Al adhesivo epoxy pueden agregarse de igual manera otros
materiales molidos, para simular distintas superficies.
Dependerá de cada necesidad.
Productos
REVESTA Línea Náutica recomendados para las
situaciones mencionadas en el texto:
REVESTA 4010 – Masilla Epoxy
Sin Solventes
(Relleno para Obra Viva y Obra Muerta)
REVESTA
4030 PIKOTE – Adhesivo Epoxy Multipropósito
(Para reparar, laminar y hacer masillas con cargas)
Para
conocer el punto de venta más cercano a su domicilio,
visítenos en www.revesta.com.ar,
o llámenos al (011)
4760-5167. Para consultas técnicas,
escríbanos a nuestro buzón asesor@navemocion.com